Hace unos meses, una persona de las que da gusto encontrar en el ecosistema emprendedor, Ignacio Morales, me ofreció formar parte de un libro en el que se iban a recopilar diferentes experiencias de emprendedores andaluces. Un libro sin ánimo de lucro y con el principal objetivo de compartir y devolver a la comunidad algo de lo aprendido con las vivencias de todos. Acepté de inmediato y esperé que me dijeran el tema o el capítulo en el que colaboraría… Me asignaron «Formar equipo y elegir un CEO», dentro del capítulo «Comenzar en Andalucía».
Hace un par de días, una periodista que me contactó para saber más del proyecto Healthy Blue Bits me soprendió al decirme que me y nos conocía gracias a la participación en este libro. ¿Ya estaba disponible? Rápida búsqueda en Amazon y… ¡alehop! Ahí lo tenía.
Lo compré, sin duda, iba a ser mi regalo de cumpleaños adelantado para mi socia. Hoy os comparto y le comparto, ella solo ha leído los extractos que aparecen en el libro, el texto original que envié a los coordinadores del libro, a continuación.
Healthy Blue Bits o desde Andalucía al infinito y más allá…
Locura. Utopía. Absurdo. Nombres que califican, nombres que quizás tengas la buena suerte de oír asociados a tu idea antes de que decidas comenzar a desarrollarla. Sí, no vuelvas hacia atrás, he escrito buena suerte, porque lo mejor que te puede ocurrir antes de llevar demasiado tiempo y dinero invertido es cuestionarte si realmente tiene sentido aquello en lo que vas a invertir una buena parte de tu vida, casi toda al menos durante un buen tiempo. Eso en lo que volcarás la mayor parte de tu pasión, de tu ilusión, del recurso más preciado que tienes, tu tiempo, y del quizás más limitado a corto plazo, tu dinero… Y posteriormente te explicaré la razón por la que debes estar agradecido de vivir esa experiencia, si se da, porque ahora quizás deba empezar por el principio o uno de los principios porque nunca hay un único principio ni tampoco un único final.
Healthy Blue Bits es una empresa que se constituye en 2014 aunque se basa en una idea que se germina dos años antes, en base a la necesidad detectada por una Médico, adjunta a la dirección de un hospital y responsable de un buen conjunto de profesionales sanitarios dedicados a la atención primaria que, a petición de uno de ellos, empieza a buscar una solución a un problema grave y global como es la obesidad infantil. Esta médico sueña con crear una solución que se base en las nuevas tecnologías, esas que se supone forman también parte fundamental del problema del sedentarismo (muy asociado a la obesidad infantil). M.Ángeles Medina, que es el nombre de esta ilicitana, contacta con este que escribe estas líneas con el objetivo de contratar el desarrollo de un videojuego para combatir la obesidad infantil. Por aquel entonces en mi trabajo como CEO de una empresa que era una factoría de software especializada en salud tenía contacto con numerosos y valiosos profesionales de la salud, sin embargo a diferencia del resto de ocasiones, en el estudio y desarrollo del concepto anteriormente citado, la relación que establecimos durante el proceso de creación hizo saltar por los aires los conceptos cliente-proveedor, y comenzó un verdadero proceso de cocreación, donde como proveedor descubrí una persona en el cliente que realmente contenía una intraemprendedora, con una pasión inusitada, con conocimientos y, sobretodo, valores y principios muy cercanos a los míos. Todo esto y más, hizo que su ilusión se convirtiera en común y trabajáramos formando un verdadero equipo logrando, por tanto, hiperevolucionar la idea inicial, por el trabajo conjunto de los dos, con un objetivo común: lograr presentar a su organización y desarrollar un proyecto que cumpliera los requisitos deseados y a la vez fuera una solución al problema. Sin embargo, generalmente nada es como parece que va a ser y todo es como quizás tiene que ser. Por diferentes razones, el proyecto nunca llegó a poder implementarse dentro de su organización aunque, ojo spoiler, posteriormente fueron uno de nuestros primeros clientes… Pero para llegar a tener clientes primero una empresa debe existir y para que una nueva vida se alumbre, con frecuencia me refiero a los distintos proyectos empresariales que he emprendido como mis hijos, alguien tiene que decidir que una idea merece suficiente la pena como darle calor, cariño y mucho tiempo con la esperanza de que algún día florezca. Un «inconsciente de la vida» en ocasiones o un loco que, para mi como dice la canción, es otra forma de llamar a aquellos que alcanzan lo que sueñan los demás… Nuestro momento clave fue aquel en el que vimos que el proyecto no tenía más recorrido posible que el que quisiéramos darle nosotros con nuestras propias fuerzas. Toda una decepción y a la vez un reto porque suponía emprender un camino mucho más complicado e inesperado hasta esa fecha. En ese momento la situación era tan dura como extraña, una médico sin experiencia ni, inicialmente, pretensión emprendedora, que se veía invitada por un emprendedor en serie pero con otro proyecto ya en marcha y evolucionando, a dar un vuelco a su vida y sumarse a la aventura de crear una empresa y vivir un desafío en forma de startup, casi nada.
En ese momento, mi convencimiento del éxito de esa empresa era tan grande como mi seguridad de que, aquella a la que invitaba a ser mi socia, no tenía ni idea de dónde se metía. Por eso, tras recibir su sí casi inmediato, le sugerí repensárselo tras leer la Biblia del emprendimiento que es el «Libro negro del emprendedor (Fernando Trías de Bes)», solo entonces y tras reconocer ella cierto vértigo y miedo, acepté su SÍ, evidentemente con gran alegría por mi parte. No es fácil tras más de quince años volando en solitario en el mundo del emprendimiento, después de una primera breve y desafortunada aventura con otro socio que duró poco más de un año, casarse con nadie. ¿Qué ví en esta persona que no había visto en nadie antes durante tanto tiempo? ¿Cómo es que me atreví a poner del revés toda mi vida empresarial por alguien a quien no había visto en persona más que en cinco o seis ocasiones? Todo y nada. Todo lo que necesitaba para arriesgarme a vivir una experiencia emprendedora muy diferente a las que había vivido hasta fecha y nada que me hiciera pensar que me estaba equivocando. Todo y nada, tan simple como difícil de explicar.
Podría decir que a pesar de su falta de experiencia emprendedora la suponía una buena compañera de viaje, pero es justo al revés, su no experiencia la hacía la mejor compañera, esa era una gran oportunidad… Era una excelente opción para volver a revivir la ilusión de los inicios, la inocencia, la pasión de los comienzos, todo eso que se pierde a base de curtirte en el mundo del emprendimiento con los golpes y las flechas recibidas, eso que queda oculto tras las capas que acabas creando para poder sobrevivir en el duro circo en el que te expones habitualmente con tu proyecto.
Por otro lado, es obvio entender que su perfil profesional, complementario al mío, nos convertía en una pareja perfecta para dedicarnos al mundo de la salud digital. La dupla de Médico + Ingeniero Informático, ambos con dilatada experiencia profesional e incluso empresarial en mi caso, se presumía tan potente como para plantear pocas dudas en su concepto.
Sin embargo, nada de eso hubiera sido suficiente razón como para vencer mi resistencia si no hubiera encontrado una sintonía casi total en los principios y valores fundamentales, los humanos y los éticos, más allá de los económicos o incluso políticos y el «casi» anterior tiene su razón de ser, ya que nunca es bueno no experimentar previamente las diferencias antes de casarse, porque el fundar una empresa es lo más parecido a un matrimonio que puedes encontrar en tu vida profesional, por ello es necesario comprobar cómo se gestionan por ambas partes las situaciones de desencuentros y ver que incluso en eso hay formas similares de afrontar los problemas y capacidad de buscar soluciones.
Y a partir de ahí, de sabernos UNO y decidir que juntos iríamos a por el infinito y más allá, llegaron otros momentos, nunca fáciles pero inicialmente más sencillos, como el de los primeros contratos de empleados, hacerles vivir la empresa como suya, a pesar de la poca cultura startup que hay en España y las pocas opciones legales que hay para hacerlo de forma reglada, también por qué no decirlo, otros momentos más duros como los primeros despidos, a pesar de saber que eran personas que queríamos tener a nuestro lado, al que sumamos otros que nos acompañan desde casi el inicio como la eterna búsqueda de perfiles que nos complementaran en aspectos donde nos sabemos claramente mejorables (SPAM: si eres un killer de las ventas, te consideras un excelente ser humano y quieres compartir nuestra pasión, y locura, disfrutando cada momento, contacta con nosotros como sea, ¡¡¡te buscamos!!!), perfiles que nos hicieran crecer en otras zonas geográficas (la internacionalización es un reto tan apasionante como necesario para una startup de nicho como la nuestra) y muchos más, todos basados en las personas pero en los que siempre hemos primado eso mismo. Somos un equipo de personas que trabaja para el bien de las personas, nada tendrá sentido si no somos personas, buenas personas, por encima de todo.
La regla de oro, la que todo lo facilita es… rodéate de buenas personas que tengan la suficiente inteligencia, en el más amplio sentido de ese tradicionalmente limitado concepto, como para constituir los más sólidos pilares sobre los que construir tu mejor obra para el resto de tu vida. ¿Por qué inteligentes? Porque la inteligencia hará sencillo que aparezca la flexibilidad en los momentos en los que se necesite. ¿Por qué buenas personas? Porque evitará perder tiempo en desconfiar de los demás y permitirá pensar por encima de todo en el bien común, sin problemas de egos ni de equilibrios imposibles.
En HBB, aún habiendo un CEO, somos más UNO, cada uno reconoce en el otro capacidad para liderar en aquello que tiene más experiencia y saber hacer, y hay fe ciega y absoluta, por la tranquilidad de tener en el otro el mejor de los socios posibles, aquel que comparte nuestros deseos y anhelos… no es fácil y menos aún cuando, lo habitual, es que haya más de ochocientos kilómetros de distancia geográfica entre nosotros.
Healthy Blue Bits, cuatro años después, está más viva incluso que cuando nació y siguen siendo posible calificar nuestras ideas como locas, utópicas o incluso absurdas… todo depende de quien las analice y la capacidad de ver el futuro que tenga. En ocasiones preferimos pensar que tienen más razón los que nos califican como adelantados, visionarios o disruptivos. No tenemos demasiado tiempo para pensarlo, estamos concentrados en seguir avanzando y disfrutando del camino.
(Fin, por ahora, como me comprometí el #7Verde de este mes… espero este año tener mi propio libro, que incluirá experiencias emprendedoras, aunque solo como hilo conductor, el enfoque será algo más divertido #hastaahipuedoleer).
Caray !!!
Me vi reflejado en la historia, soy médico y mi socia es empresaria de larga experiencia; tenemos una empresa que desarrolla Software para el sector Salud y también estamos en diferente geografía.
Los invito a conocer MiRecetaDigital.com
Recomiendo “Loco por Emprender” de Linda Rottenberg.
Voy a dejarte un comentario muy íntimo como si nadie más lo fuera a poder leer: GRACIAS!!! 🙂
Suscribo a la inversa ese aprecio, orgullo y confianza ciega que siento por ti. El mejor socio y el mejor UNO del mundo.